Tertulia (Priv. Ellie)

por **Andrei Nadazdy** Mar Ene 24, 2012 10:58 am

-noventa y nueve, cien, ciento uno, ciento dos, ciento tres...-Repetía mecánicamente, con mis manos entrelazadas en mi espalda, mientras mantenía un paso calmo y elegante entre la infinidad de empalados que acontecieron como consecuencia de una trifulca reciente. No me malinterpreten, soy un hombre organizado... así que estaban a la derecha los cadáveres empalados de mis soldaos y a la izquierda los de la resistencia. Sí, escuchaste bien... mis propios soldados. Ellos estaban atravesados desde su intimidad hasta su cabeza por una estaca sólida, sanguiolienta, escarlata. No, no eran siquiera una cuarta parte de la totalidad de mi batallón, pero eran quienes me acompañaban en aquel momento, cuando se dio la batalla sorpresiva con esos rebeldes (que por supuesto, al igual que nosotros, eran una nimiedad).

El rey muy bien sabía, que los soldados que hace más tiempo estaban conmigo... estarían propensos a terminar muy rápidamente con su vida ¿la razón? evitar establecer cualquier vinculo sentimental, siquiera, el de una sana simpatía. Ellos eran mis soldados, yo era su superior... quería que esto estuviese bien claro y ellos, al principio, lo tomaban como un acuerdo tácito que firmábamos con la mirada y gestos sutiles. No obstante, a la larga (y conciente estoy que ellos no tienen la culpa) se intenta establecer una fraternidad incipida que suele entorpecer enormemente a la hora de pelear... por que no es lo mismo llorar por un compañero que por un hermano... eso es claro. Entonces era esta mi forma de evitarlo.

-Yo seré arbitrario... que esto sea un empate-Musite entre risas secas, mientras una de mis manos palpaba una de las enormes estacas que había fabricado en el instante con su sangre. Hubo un momento en la batalla en donde todos estaban bastante debilitados, podría decirse que fue un encuentro humano, prácticamente... el único de otra raza era yo, por lo cual era comprensible que, rebeldes y soldados, llegasen a un empate. Cuando ví que las carnes de ambos estaban despilfarradas, en vez de declarar nuestra victoria, solidifique y enaltecí la sangre de los futuros cadáveres para que así, como en un grito de igualdad. Esa batalla no estuvo planeada, no me iban a pagar por una cantidad de humanos... a el Rey no le interesaba eso.

Me senté en una piedra, con las piernas cruzadas. Observando como la gravedad hacía que algunos cuerpos se deslizaran de lo alto en dirección al suelo. Así que solo me senté expectante a observarlo.